Paksé

Hemos llegado a esta ciudad después de 10h. en autobús sleeper.
Se trata de un autobús que viaja de noche preparado para dormir. Normalmente una cama para cada dos, en nuestro caso, tuvimos la gran suerte de que nos tocase la parte trasera y era una ubicación para cuatro. A priori parece bueno, pero luego te enteras de que duermes, si puedes, bajos los motores del aire acondicionado. Eso sí, para pasar la noche te dan un edredón rosita, una botella de agua y un platito de arroz frío.

Al llegar nos encontramos con una ciudad que parecía deshabitada. Los días anteriores habían sido fríos y hoy parecía que había dado la vuelta al termómetro. Nos sobraba toda la ropa. La ciudad no está preparada para recibir turistas y no existen muchos servicios.

Encontrar alojamiento no fue fácil, la oferta es escasa y cara. Tras una hora buscando ubicación, decidimos pagar un poco más y no dormir sobre una tabla, ya que las alternativas eran esas.

Paksé es la ciudad más grande del sur del país y se sitúa en la desembocadura del río Sedon en el Mekong, que por cierto, a estas alturas tanto el caudal como sus dimensiones han crecido impresionantemente.

Aquí hemos podido percibir más pobreza, ya que por primera vez desde que hemos entrado en el país nos han pedido comida y no dinero. A pesar de esto, la mayoría de la población vive con escasez pero muy dignamente.

Nos refugiamos en el hotel hasta que Lorenzo nos dio un respiro y paseamos por la ciudad y la ribera del gran río. De repente empezamos a descubrir que la gente estaba aglutinada en esta zona, tomando el fresco bajo los árboles o disfrutando de una cerveza a la sombra de un puesto callejero.

Viendo las alternativas, nos sumamos a lo que había. Acabamos tomándonos una cervecita en un restaurante flotante y cenando un pescadito a la parrilla.

Pasar por esta ciudad es obligado, pues es nuestra puerta de acceso a la frontera con Camboya.