Nuestra estancia en este país ha sido breve, por lo que no nos ha dado tiempo de localizar y disfrutar de su fauna como nos hubiera gustado.
Cerca de Siem Reap existe una zona que es reserva de la biosfera, conocida como el Santuario de las aves, pero por lo visto en esta época está bastante despoblado y los expertos no nos han aconsejado visitarla.
El país es una gran llanura repleta de humedales y por ello no puede faltar la garceta blanca, pero en esta ocasión tiene el cuello de color amarillento.
Los animales de granja también son muy populares, pero de vez en cuando te encuentras zonas donde están repletas de patos pardos o comunes.
En todo el país los cuervos buscan presas y sus graznidos son bastante comunes.
Las aves tropicales son preciosas pero muy esquivas.
Respecto al ganado, los bueyes son los protagonistas, pues con tanto arrozal tienen mucho trabajo.
Descubrir algunos paises de Asia era algo que teníamos pendiente. El destino ha querido que podamos cumplir este objetivo. ¡Año nuevo, vida nueva!
jueves, 31 de marzo de 2011
miércoles, 30 de marzo de 2011
Phnom Phen
Es la capital del país. En ella hemos tenido que agotar el mes de marzo, pues el visado de Vietnam no tiene vigencia hasta el uno de abril.
Geográficamente se halla en una inmensa llanura donde confluyen los ríos Tonlé Sap y Mekong, en este punto la anchura del caudal es de más de 1Km. Lo vamos acompañando desde hace más de 2.000Km. y lo observamos con gran cariño, se ha convertido en nuestro compañero de viaje.
En esta foto se puede distinguir la diferencia de tonalidad en las aguas que confluyen.
Esta es una ciudad con poco color, algo extraña, combina barrios bulliciosos y animados con barrios artificiales de anchas avenidas y de aspecto despoblado, zonas ajardinadas con zonas de cemento en plena construcción, los mejores restaurantes con los chiringuitos más infames, la fruta y verdura más fresca con guisos que os harían perder el apetito durante una semana, lo mejor, sin duda: la población, gente risueña, tranquila y con gran espíritu de superación, teniendo en cuenta su terrible pasado reciente, es de admirar.
Respecto al turismo, todavía no tienen mucha idea ni medios para dar servicio a los turistas, pero parece que lo intentan.
En las zonas más populares cruzar una calle es una actividad de riesgo. Cientos de motos te rodean como abejas. Lo mejor es cruzar y dejar que ellos te esquiven, aunque confesamos que es fácil decirlo.
A pesar de no ser muy interesante, hemos recorrido los lugares más emblemáticos: Wat Phnom, Wat Saravorn, National Museum, Royale Palace, Monumento a la amistad (Camboya-Vietnam).
Mención especial al mercado antiguo. Frente a él se encuentra nuestro hotel. Bajo esos tejadillos, se resguardan del insoportable calor todo tipo de comerciantes; desde peluquerías, pasando por la alimentación y acabando con la joyería. Aquí todo convive normalmente.
Otras cosas a destacar:
El dinero: Fajos de billetes inservibles se amontonan en muchas vitrinas del casco viejo, no entendemos para que los utilizan, pero el caso es que se ven por todas partes.
Pijaming: Hemos denominado así a esta curiosa tendencia camboyana que no sabemos si es algún tipo de tradición popular. Es gracioso ver como muchas mujeres se pasan el día en pijama por la calle. Pijamas de dos piezas, siempre conjuntados; de tela, de raso e incluso con ‘faralais’ y combinado con tacones o zapatillas de felpa. Tienen una gran afición por pasear con sus modelitos nocturnos: la que vende bocadillos, la que va a comprar, la acompañante del motorista, en fin, cualquier persona que os podáis imaginar, os aseguramos que en Camboya es posible hacer cualquier actividad en pijama.
Tuk-tuks: Son un gremio curioso. Calculamos que debe haber 100 vehículos libres por cada turista. Decenas de ellos se amontonan en las puertas de los hoteles. Cuando uno sale a la calle, lo primero que oye es ‘Tuk-Tuk Sir?’ y estás durante unos diez minutos contestando la misma canción: ‘No, Thank you’. Estas breves conversaciones se mantienen mientras tu caminas y el conductor del tuk-tuk está en el asiento apalancado, estirado o incluso durmiendo, sólo levantan un dedo.
Ciclos: Estos tienen mérito. La gran mayoría de sus conductores son de edad avanzada, aunque aquí los aspectos engañan, suelen ser más jóvenes de lo que parecen.
Son unipersonales, pero os aseguramos que pueden ir dos o incluso tres personas. Tienen una sola rueda y frenan estirando de un alambre.
Calles: Todas las calles están numeradas y las más importantes tienen nombre y número.
Tensión baja: Suponemos que el calor ayuda, pero… ¡Joder, es que se quedan dormidos en cualquier sitio!
Para despedirnos os diremos que en cada calle, en cada carretera o camino, nos encontrábamos una y otra vez con este letrero. Finalmente nos vamos de Camboya sin saber dónde está la fiesta.
Geográficamente se halla en una inmensa llanura donde confluyen los ríos Tonlé Sap y Mekong, en este punto la anchura del caudal es de más de 1Km. Lo vamos acompañando desde hace más de 2.000Km. y lo observamos con gran cariño, se ha convertido en nuestro compañero de viaje.
En esta foto se puede distinguir la diferencia de tonalidad en las aguas que confluyen.
Esta es una ciudad con poco color, algo extraña, combina barrios bulliciosos y animados con barrios artificiales de anchas avenidas y de aspecto despoblado, zonas ajardinadas con zonas de cemento en plena construcción, los mejores restaurantes con los chiringuitos más infames, la fruta y verdura más fresca con guisos que os harían perder el apetito durante una semana, lo mejor, sin duda: la población, gente risueña, tranquila y con gran espíritu de superación, teniendo en cuenta su terrible pasado reciente, es de admirar.
Respecto al turismo, todavía no tienen mucha idea ni medios para dar servicio a los turistas, pero parece que lo intentan.
En las zonas más populares cruzar una calle es una actividad de riesgo. Cientos de motos te rodean como abejas. Lo mejor es cruzar y dejar que ellos te esquiven, aunque confesamos que es fácil decirlo.
A pesar de no ser muy interesante, hemos recorrido los lugares más emblemáticos: Wat Phnom, Wat Saravorn, National Museum, Royale Palace, Monumento a la amistad (Camboya-Vietnam).
Mención especial al mercado antiguo. Frente a él se encuentra nuestro hotel. Bajo esos tejadillos, se resguardan del insoportable calor todo tipo de comerciantes; desde peluquerías, pasando por la alimentación y acabando con la joyería. Aquí todo convive normalmente.
Otras cosas a destacar:
El dinero: Fajos de billetes inservibles se amontonan en muchas vitrinas del casco viejo, no entendemos para que los utilizan, pero el caso es que se ven por todas partes.
Pijaming: Hemos denominado así a esta curiosa tendencia camboyana que no sabemos si es algún tipo de tradición popular. Es gracioso ver como muchas mujeres se pasan el día en pijama por la calle. Pijamas de dos piezas, siempre conjuntados; de tela, de raso e incluso con ‘faralais’ y combinado con tacones o zapatillas de felpa. Tienen una gran afición por pasear con sus modelitos nocturnos: la que vende bocadillos, la que va a comprar, la acompañante del motorista, en fin, cualquier persona que os podáis imaginar, os aseguramos que en Camboya es posible hacer cualquier actividad en pijama.
Tuk-tuks: Son un gremio curioso. Calculamos que debe haber 100 vehículos libres por cada turista. Decenas de ellos se amontonan en las puertas de los hoteles. Cuando uno sale a la calle, lo primero que oye es ‘Tuk-Tuk Sir?’ y estás durante unos diez minutos contestando la misma canción: ‘No, Thank you’. Estas breves conversaciones se mantienen mientras tu caminas y el conductor del tuk-tuk está en el asiento apalancado, estirado o incluso durmiendo, sólo levantan un dedo.
Ciclos: Estos tienen mérito. La gran mayoría de sus conductores son de edad avanzada, aunque aquí los aspectos engañan, suelen ser más jóvenes de lo que parecen.
Son unipersonales, pero os aseguramos que pueden ir dos o incluso tres personas. Tienen una sola rueda y frenan estirando de un alambre.
Calles: Todas las calles están numeradas y las más importantes tienen nombre y número.
Tensión baja: Suponemos que el calor ayuda, pero… ¡Joder, es que se quedan dormidos en cualquier sitio!
Para despedirnos os diremos que en cada calle, en cada carretera o camino, nos encontrábamos una y otra vez con este letrero. Finalmente nos vamos de Camboya sin saber dónde está la fiesta.
martes, 29 de marzo de 2011
Genocidio en Camboya (1975-1979)
Aprovechando nuestra visita a la capital del país, Phnom Phen, hemos querido comprender un poco mejor lo que sucedió aquí hace algo más de 30 años: uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad, y a pesar de ello un gran desconocido para nosotros.
Sabíamos de la existencia de sus mandatarios pero, no lo que realmente sucedió. Quizás a muchos de nosotros nos suene el nombre de Pol-Pot o de los Jemeres Rojos, pero lo que hemos aprendido es que este HIJO DE PUTA dejó a la altura del betún a personajes con más marketing como Hitler, Stalin o la mismísima Inquisición.
Para empezar, digamos que este majadero se calzó en sólo tres años y ocho meses al 25% de la población de su país. En valor absoluto estamos hablando de 2 millones sobre una población de ocho.
Se trataba de un régimen comunista llevado a extremos delirantes. El país estuvo aislado y bloqueado de una forma hermética, sólo apoyado por China y Corea del Norte, no hace falta decir mucho más. Durante este periodo, el pueblo fue expulsado de las ciudades para trabajar esclavizados en el campo. Hicieron desaparecer el dinero, las escuelas y cualquier vestigio de cultura era erradicado. Saber idiomas o gilipolleces como llevar gafas eran motivos suficientes para ser ejecutado.
Paradójicamente mientras el pueblo se moría de hambre, sólo cuatro cucharadas de arroz al día, Camboya se convertía en el mayor exportador arroz del mundo.
Hoy hemos podido visitar los dos lugares que el gobierno del país todavía mantiene en memoria de lo sucedido.
Killing Fields – Choeung Ek
Se trata de un campo de exterminio a escasos kilómetros de la capital.
Allí entre otras lindeces se torturaba y ejecutaba a la gente que provenía de las prisiones sin juicio alguno y se les enterraba en fosas comunes.
Tras las excavaciones han recuperado los restos y los exponen para que no caigan en el olvido. Obviamente nunca serán identificados.
Paseando por la zona se pueden ver perfectamente los agujeros en los que se amontonaban los huesos.
En esta fosa en concreto, se encontraron 100 cadáveres de niños. Junto a ella hay un gran árbol, en él se les golpeaba contra el tronco hasta causarles la muerte para ahorrar munición.
En general todas las ejecuciones eran muy crueles y para ahorrar balas sólo un 29% eran disparados. El 53% moría con el cráneo aplastado, el 6% ahorcado y el 5% apaleado. De hecho era frecuente el uso de los cadáveres como abono.
TUOL SLENG – S21
Se trataba de una antigua escuela reconvertida en infierno, dirigida por un carnicero conocido como Duch. Entre sus muros fueron torturadas unas 16.000 personas, entre ellas unos 2.000 niños que después fueron conducidos hasta el campo de exterminio anterior.
Hoy en día es el museo del genocidio, compuesto por cuatro pabellones que mantienen su aspecto original.
Al entrar, se te hiela la sangre. Está todo documentado, pues fichaban a cada uno se los prisioneros.
Existían diez reglas. No se podía quebrantar, de lo contrario ya sabías cual era el castigo.
Se les torturaba de múltiples formas, a cual más cruel. Pudimos ver celdas individuales con camastros y grilletes metálicos en los que se llevaban a cabo descargas eléctricas.
Otras torturas eran más ‘refinadas’. Los colgaban con los brazos en la espalda hasta que perdían el conocimiento por el dolor, momento en el que se les sumergía la cabeza en cántaros de agua para poder seguir con el interrogatorio.
De todos modos, la imaginación enfermiza de estos mandos no tenía parangón.
Cuando subimos a una de las plantas superiores, pudimos sentir una sensación espeluznante. Celdas de madera contiguas en las que ya sería una tortura oír gritar a los torturados, eso si no eras tú la víctima.
Poder ver estos lugares personalmente y respirar el ambiente que aún existe aquí, impresiona.
Lamentablemente, ni es la primera ni será la última vez que ocurran en la historia de la humanidad sucesos como este.
A día de hoy hemos podido saber que, cuatro de los máximos responsables todavía esperan juicio; que el Duch ha sido condenado por torturador y genocida a 35 años de cárcel por sus crímenes contra la humanidad; pero lo más penoso, y ya sin arreglo, es que Pol Pot, el líder y máximo dirigente del partido Jemer Rojo murió de muerte natural y sin ser juzgado, no pagó por sus crímenes.
Esta imagen del mapa de Camboya habla por sí sola:
Sabíamos de la existencia de sus mandatarios pero, no lo que realmente sucedió. Quizás a muchos de nosotros nos suene el nombre de Pol-Pot o de los Jemeres Rojos, pero lo que hemos aprendido es que este HIJO DE PUTA dejó a la altura del betún a personajes con más marketing como Hitler, Stalin o la mismísima Inquisición.
Para empezar, digamos que este majadero se calzó en sólo tres años y ocho meses al 25% de la población de su país. En valor absoluto estamos hablando de 2 millones sobre una población de ocho.
Se trataba de un régimen comunista llevado a extremos delirantes. El país estuvo aislado y bloqueado de una forma hermética, sólo apoyado por China y Corea del Norte, no hace falta decir mucho más. Durante este periodo, el pueblo fue expulsado de las ciudades para trabajar esclavizados en el campo. Hicieron desaparecer el dinero, las escuelas y cualquier vestigio de cultura era erradicado. Saber idiomas o gilipolleces como llevar gafas eran motivos suficientes para ser ejecutado.
Paradójicamente mientras el pueblo se moría de hambre, sólo cuatro cucharadas de arroz al día, Camboya se convertía en el mayor exportador arroz del mundo.
Hoy hemos podido visitar los dos lugares que el gobierno del país todavía mantiene en memoria de lo sucedido.
Killing Fields – Choeung Ek
Se trata de un campo de exterminio a escasos kilómetros de la capital.
Allí entre otras lindeces se torturaba y ejecutaba a la gente que provenía de las prisiones sin juicio alguno y se les enterraba en fosas comunes.
Tras las excavaciones han recuperado los restos y los exponen para que no caigan en el olvido. Obviamente nunca serán identificados.
Paseando por la zona se pueden ver perfectamente los agujeros en los que se amontonaban los huesos.
En esta fosa en concreto, se encontraron 100 cadáveres de niños. Junto a ella hay un gran árbol, en él se les golpeaba contra el tronco hasta causarles la muerte para ahorrar munición.
En general todas las ejecuciones eran muy crueles y para ahorrar balas sólo un 29% eran disparados. El 53% moría con el cráneo aplastado, el 6% ahorcado y el 5% apaleado. De hecho era frecuente el uso de los cadáveres como abono.
TUOL SLENG – S21
Se trataba de una antigua escuela reconvertida en infierno, dirigida por un carnicero conocido como Duch. Entre sus muros fueron torturadas unas 16.000 personas, entre ellas unos 2.000 niños que después fueron conducidos hasta el campo de exterminio anterior.
Hoy en día es el museo del genocidio, compuesto por cuatro pabellones que mantienen su aspecto original.
Al entrar, se te hiela la sangre. Está todo documentado, pues fichaban a cada uno se los prisioneros.
Existían diez reglas. No se podía quebrantar, de lo contrario ya sabías cual era el castigo.
Se les torturaba de múltiples formas, a cual más cruel. Pudimos ver celdas individuales con camastros y grilletes metálicos en los que se llevaban a cabo descargas eléctricas.
Otras torturas eran más ‘refinadas’. Los colgaban con los brazos en la espalda hasta que perdían el conocimiento por el dolor, momento en el que se les sumergía la cabeza en cántaros de agua para poder seguir con el interrogatorio.
De todos modos, la imaginación enfermiza de estos mandos no tenía parangón.
Cuando subimos a una de las plantas superiores, pudimos sentir una sensación espeluznante. Celdas de madera contiguas en las que ya sería una tortura oír gritar a los torturados, eso si no eras tú la víctima.
Poder ver estos lugares personalmente y respirar el ambiente que aún existe aquí, impresiona.
Lamentablemente, ni es la primera ni será la última vez que ocurran en la historia de la humanidad sucesos como este.
A día de hoy hemos podido saber que, cuatro de los máximos responsables todavía esperan juicio; que el Duch ha sido condenado por torturador y genocida a 35 años de cárcel por sus crímenes contra la humanidad; pero lo más penoso, y ya sin arreglo, es que Pol Pot, el líder y máximo dirigente del partido Jemer Rojo murió de muerte natural y sin ser juzgado, no pagó por sus crímenes.
Esta imagen del mapa de Camboya habla por sí sola:
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