Hoian

Hemos hecho dos trayectos en autobús sleeper de forma bastante cómoda viajando toda la noche. Al despertar nos dimos cuenta que el autobús estaba casi vacío, pues la mayoría era vietnamita y se había quedado por el camino.

Al llegar nos colocan en la zona más turística, como siempre, así nos tienen controlados, eso nos facilita buscar alojamiento ya que hay mucha oferta.

Esta localidad nació del puerto, siglos atrás era un importante centro de comercio del Reino Champa. En los siglos XVI y XVII se convirtió en uno de los puertos más importante del sudeste asiático. Al principio se instalaron los chinos y japoneses, luego llegaron el resto de países atraídos por sus negocios.

Las construcciones del centro de la ciudad son bastante viejas, pero todas tienen una altura similar. Infinidad de callejuelas y sus muros, puertas y balcones salpican las fachadas todas ellas pintadas de color pastel. Los tejados son muy llamativos, todas las tejas dispuestas ordenadamente. Es todo muy armónico.

Las casas más bonitas y antiguas ya están reconvertidas en tiendas de recuerdos. Ofrecen lámparas típicas de papel, sedas, cuadros y suponemos que por su pasado mercantil, gran cantidad de tiendas te hacen los trajes y vestidos a medida. El paseo es muy agradable, aunque hace mucho calor.

Por medio de los callejones nos encontramos con numerosas construcciones chinas, arrozales en mitad de la ciudad y evidentemente su animado mercado. A pesar de tanta variedad, no es una ciudad caótica.

El motor de esta ciudad es el río Thu Bon, que separa el núcleo urbano en pequeñas islas. Toda su ribera está llena de canoas y barcos que evidentemente, son su principal medio de transporte.

Otra joyita es un puente de madera cubierto que hicieron los japoneses, pero curiosamente no atraviesa el río principal, sino un arroyo.

Esta ciudad fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1999.