viernes, 29 de abril de 2011

Beijing y sus templos

Beijing es una ciudad plagada de templos y lugares sagrados, destacamos algunos de ellos.

Templo del cielo

Está situado en el parque Tiantan Gongyuan, al sur de la ciudad, donde acuden cientos de chinos a pasar el día; hacen gimnasia, bailan, jugan a las cartas o simplemente se atan las zapatillas de una manera muy peculiar.



El Templo del Cielo es el mayor en su clase en toda China. Fue construido en el año 1420 y tanto la dinastía Ming como la Qing lo utilizaron para rogar por las cosechas en primavera y dar las gracias al cielo por los frutos obtenidos en otoño. Desde el año 1998 está considerado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.


El Templo del Cielo es en realidad un conjunto de edificios: al norte se sitúa el Pabellón de la sala de la Oración por la Buena Cosecha; al sur, el Altar Circular y la Bóveda Imperial del Cielo, todos ellos rodeados de bellos parques.



El conjunto está diseñado bajo una fuerte simbología. La tierra, se consideraba cuadrada, mientras que el cielo era redondo. Por esta razón, se pueden hallar elementos de base cuadrada y redonda a lo largo de toda su extensión. Sin ir más lejos, la base de su inmenso terreno (que dobla la superficie de la Ciudad Prohibida) es rectangular hacia el sur y circular hacia el norte. Todo el conjunto está rodeado de una muralla interior y otra exterior.


Al entrar al recinto, como siempre, pudimos ver las dimensiones del mismo.
Nos reciben un conjunto de siete rocas que se suponen son trozos de meteoritos, aunque la verdad, no parecen muy chamuscados para haber atravesado la atmósfera.



Para llegar al primer pabellón tuvimos que atravesar un corredor precioso y muy espacioso de unos 350m. de largo, donde los chinos se reúnen y pasan el tiempo libre de diferentes formas.




Pabellón de la sala de la Oración por la Buena Cosecha

Este templo es uno de los más representativos de la ciudad. Se trata de una construcción circular sobre tres terrazas también circulares de mármol blanco, está soportado por 28 columnas de madera y tiene un triple tejado de color azul, en lo alto una bola dorada. La verdad es que es bastante espectacular. Los chinos reservan con recelo el interior de los templos, sólo los dejan ver desde fuera.






Bóveda imperial del cielo

Aquí los emperadores rendían homenaje a sus antepasados. Es muy parecida a la principal pero de menor tamaño. Está rodeada por el muro del eco, por lo visto, aunque no lo pudimos comprobar por el gentío que había, uno puede hablar desde cualquier punto del muro y se supone que su voz puede oírse claramente en el punto opuesto, dicen que el sonido se transmite recorriendo la pared.




Altar circular

El altar circular o altar del cielo es una construcción abierta y consta de tres terrazas concéntricas rodeadas de unas barandillas de mármol blanco.
En el centro hay una piedra redonda, que los chinos fotografían con pasión, donde se supone que si alguien habla desde este punto del altar, el sonido aumenta y se escuche desde todos los ángulos.




Templo de Lama

Para llegar a este templo hemos cogido el metro hasta la parada Yonguedong.
Al salir ya puedes ver a cantidad de vendedores de incienso y ellos mismos te indican el camino hasta la entrada.

La entrada cuesta 25Yuanes y te dan un miniCd que todavía no hemos podido ver, muy sofisticado.


Este es un templo budista tibetano y es el más importante fuera del Tíbet.
Se trata de un complejo de edificios muy parecidos entre sí y con escaso espacio entre ellos, los tejados se solapan los unos con los otros.



Este templo está dedicado totalmente al culto y lo más llamativo de ver son los cientos de chinos que pasan por allí cada día para hacer sus ofrendas a sus iconos. Todos van cargados de barritas de incienso y a cada imagen le ofrecen tres de ellas, hay tantos iconos que deben tomarse la mañana libre.





Tienen un pabellón llamado la Sala del Pequeño Potala, donde está el Trono del Dalai Lama y el Trono del Panchen Lama y en el último pabellón, el Salón de las Diez mil Felicidades, se exhibe una escultura de Buda de 18m. de altura, tallada en un sólo tronco de sándalo.



Templo Beihai

Beijing es una ciudad bastante llana y sólo tiene algunos edificios altos. Desde este templo, más que por su altura es por su ubicación, tenemos unas vistas privilegiadas de la Ciudad Prohibida.




Evidentemente todo rodeado de un gran parque verde que a su vez es otro de los pulmones de la ciudad.

jueves, 28 de abril de 2011

La gran muralla China

Para visitar la muralla teníamos varias opciones a elegir, pues en toda su extensión cuenta con al menos tres sectores que se pueden visitar.

El sector de Badaling, que es el más visitado por los turistas, el sector de Mutianyu que se encuentra a sólo 70 kilómetros, frente a otros sectores aún menos visitados, como los de Jinsanling y Simatai, que ya están a 120 y 140 kilómetros de distancia de la capital china. Finalmente optamos por el sector de Mutianyu, algo más alejado pero seguro menos concurrido de público.

Para llegar elegimos ir por libre, tomamos el metro a Dongzhimen. El billete se puede sacar en ventanilla o en una máquina expendedora muy sencilla de utilizar; basta con seleccionar la línea donde se encuentra nuestro destino y el nº de tickets al precio de 2 Yuanes. En Dongzhimen, salimos por la puerta norte y nos dirigimos al ‘hub’ intercambiador de autobuses, tomamos el 916. Su ubicación está bien indicada y sacas el billete al subir al autobús por 11 yuanes. En una hora llegamos a Huairou y nos bajamos en la parada de Yang Jiá Yuan, una ciudad muy cercana a Mutianyu, eso sí, allí te toca pelearte con los timadores de los taxistas para llegar hasta la muralla de la que todavía estás a unos 15Km. aproximadamente.

Según te acercas ya vas viendo la muralla serpenteando por la cresta de la montaña, es una visión impactante, el espectáculo es majestuoso. Estábamos ante una de las construcciones más colosales del ser humano.

Al llegar, un hervidero de tiendas y puestos de recuerdos y alimentos, los vendedores no hacen más que gritar para que compres alguna cosa.


Para subir puedes hacerlo a pie desde la entrada ascendiendo una pendiente muy empinada y larga o bien tomar un teleférico y ascender hasta la zona central del sector de Mutianyu, esta es la opción que elegimos, como casi todo el mundo, para no llegar destrozados arriba y poder disfrutar más tiempo. Para bajar puedes hacerlo igual o cogiendo un tobogán por el doble de precio.


La muralla está en un estado impecable y es una obra de ingeniería incomparable. Sus orígenes se remontan al siglo VI, si bien con posterioridad fue reconstruida por la dinastía Ming, entre los años 1400 y 1600.

Una vez arriba decidimos tomar la dirección que ascendía e ir caminando poco a poco, subiendo continuamente. El día era perfecto, no había niebla, el cielo estaba claro y la visibilidad perfecta.


En el sector de Mutianyu de la Gran Muralla se disponen 22 torres de vigilancia, no sólo en la muralla principal, sino en ramificaciones que se extienden con el objetivo de fortalecer la protección. La muralla tiene entre seis y siete metros de alto, y entre cuatro y cinco de ancho. Discurre por los bordes de las montañas rodeadas de inmensos bosques, lo que propicia unos paisajes alucinantes.



A lo tonto fueron pasando los minutos y allí seguíamos caminando como campeones, subiendo escaleras y rampas.





Los torreones de vigilancia nos servían para hacer paradas y descansar un poco a la sombra. En casi todos había una escalera camuflada entre sus columnas para poder acceder a lo alto.




Entre los tramos también había escaleras de daban acceso a la parte externa de la muralla.


Después de llevar más de una hora caminando, nos encontramos con una escalera larga y muy empinada, tuvimos que esforzarnos un poquito más y seguir subiendo. Se trata de la escalera más larga que jamás habíamos visto y una vez llegado a la cima ya vas viendo porqué esta zona es menos turística, se necesitan ganas para subir.




Curiosamente, la muralla está construida con un ligero desnivel hacia un lado para facilitar el desagüe de las lluvias, esto todavía dificultaba más el ascenso ya que siempre caminabas inclinado.



Cada vez nos encontramos con menos personas, hasta el punto de mirar hacia atrás y verlos muy lejos, y hacia delante el camino despejado. ¡Un lujo!



Los ideogramas chinos escritos con piedras sobre la colina que al principio veíamos a lo lejos inalcanzables, cada vez se acercaban más. Finalmente pudimos llegar a la zona más alta de la muralla, justo por encima de ellos.


Allí arriba sólo llegamos unas pocas personas, en parte porque la mayoría de la gente sube con tours organizados que les limitan el tiempo, y en parte por que cuesta un huevo y parte del otro llegar hasta allí. ¡Somos unos campeones!, ¡Somos grandes!



Al más puro estilo 'Calleja' pero con una bandera churretosa.


Para aguantar la paliza llevábamos unos plátanos y una botella de agua, por suerte fue suficiente, ya que al no hacer demasiado calor no nos deshidratamos demasiado, de todos modos, hay chinos que se apalancan durante el recorrido con sus pequeños puestos para venderte agua o recuerdos bajo el sol.

A partir de aquí la muralla sigue y sigue y sigue… pero hay que atravesar un tramo en mal estado y pensamos que ya habíamos caminado suficiente, por tanto decidimos deshacer el camino andado e ir descendiendo hasta la salida.



Tras casi 4 horas en la muralla podemos decir que hemos visitado una más de las maravillas del mundo.


Para regresar a Beijing, el mismo recorrido a la inversa; taxi, autobús y metro. Nos fuimos a comer algo y a descansar de la palizuca.