Para llegar hasta esta ciudad hemos tenido que tomar un autobús público desde Khajuraho hasta Satna y desde allí, hasta nuestro destino final un tren toda la noche. En total 14 horas de viaje con sus correspondientes amenidades a las que ya empezamos a acostumbrarnos. Por no dar muchos detalles, diremos que durante el viaje en autobús un niño vomitaba por la ventanilla delantera, salpicando a todos los que íbamos detrás… que dentro del tren, con nosotros, varias familias de hindúes con abuelos, bebés y mujeres embarazadas, también viajaba un gran número de cucarachitas rubias a las que teníamos que dar algún pisotón de vez en cuando. No hace falta indicar que no dormimos demasiado.
Al llegar lo primero que hicimos es ir a nuestro hotel, ducharnos y dormir un par de horas antes de comenzar a explorar la ciudad. El medio de locomoción popular en esta ocasión es el ciclorickshaw.
Varanasi es otra ciudad-estercolero, otra más, pero en este caso la expresión viene que ni pintado, pues todos los colectores y cloacas de la ciudad van a parar al río Ganges, dotándolo de una frescura sólo comparable al nacimiento del río Bezolla o a los manantiales de Lanjarón. Léase la ironía en mis palabras.
Al llegar al entramado de callejuelas que dan acceso a los ghats, ya se puede oler… entramos en el séptimo cielo. Entre alcantarillas abiertas, excrementos de vacas y orina de humanos, accedemos al nirvana. Allí, ante nosotros, se muestra uno de los ríos más caudalosos y míticos del mundo, aunque ahora, en época seca, no baja con su mayor poderío.
La ciudad está asentada en el margen izquierdo del río, la otra orilla es una gran explanada árida donde no existen edificaciones. Ahora hay como una gran playa que se inunda en época de monzón, es algo extraño. Según nos han explicado otros turistas, en ese lado del río es normal ver restos humanos, huesos, etc.
Toda esta parte de la ciudad es una línea continua de ghats y de escalinatas que acceden al río y es posible caminar durante varios kilómetros de ghat en ghat. Comenzamos la caminata en el ghat Khedar, donde ya nos ofrecen muchas veces paseos en bote. Decidimos caminar, ya subiremos a un bote mañana para ver todo con iluminación adecuada.
Por el camino vemos a gente bañándose en el río, lavar sus ropas, chapotear e incluso lavando a sus búfalos.
Es asombrosa la capacidad que poseen los hindúes para convivir con la mierda. El río está tan contaminado a su paso por esta ciudad, que el agua no contiene casi oxigeno. Parece ser que el agua del Ganges contiene 1,5 millones de bacterias coliformes (fecales) por cada 100 ml. de agua. En aguas seguras para el baño esta cifra debería de ser inferior a 500 por cada 100 ml. Una vez sabido esto, decidimos no purificar nuestras almas hoy, lo dejaremos para otro día y por supuesto en otro río.
Llegamos al ghat Manikarnika y aquí se nos hiela la sangre, es el principal crematorio de la ciudad, considerado por los hindúes como uno de los lugares más propicios para ser incinerado. Trasladan los cuerpos por los callejones del casco antiguo hasta el sagrado Ganges, en camillas de bambú cubiertos por una tela y mojan el cadáver antes de la cremación.
En lo alto del ghat apilan montones de leña, nos acercamos lo máximo posible hasta que nos ven y nos avisan que no podemos hacer fotos por respeto a las familias, no obstante podemos entrar y ver en directo como quemaban cuatro cuerpos y preparaban a otros tantos. El olor era difícil de explicar y el viento cambiaba constantemente y en ocasiones el hedor era muy desagradable.
Allí estábamos… sin respirar…. Atónitos,. junto con algún otro turista y cientos de hindúes, familiares de los muertos y los trabajadores del crematorio.
La escena es surrealista, mientras uno apila madera, algunos bajan cenizas al agua, otros remueven las piras ya encendidas mientras se terminan de romper los cuerpos debido al peso de las maderas que lo cubren, pero nadie llora, es algo muy extraño, no se percibe tristeza. Se calcula que sólo en este ghat se incineran a unas 300 personas al día.
Desde la distancia pudimos ‘robar’ algunas fotos, pues no se puede explicar con palabras:
A la mañana siguiente subimos a un bote para poder ver el ambiente de los ghat desde el mismo río. Nuestro guía se llama Babú y es un hindú de unos 40 años que se encuentra en el ghat de Rhaga. Acordamos con él un paseo de una hora por 250 rupias para nosotros solos y comenzamos a navegar. Babú es muy amable y tranquilo y además habla un inglés que nos permite entender casi todas sus explicaciones y comunicarnos con él.
Por un momento me siento tentado de meter un dedo en el agua, por aquello de decir que he tocado el agua del Ganges, pero me lo pienso mejor y no lo hago, por si acaso se me cae la uña mañana. Peces no vemos, pero gaviotas hay a montones, gaviotas mutantes, supongo.
Babú nos explica que hoy es un día especial, una especie de fiesta o festival religioso se celebra hoy y el número de peregrinos es mayor de lo normal. Vienen todos a adorar a la madre Ganges. Vemos miles de hindúes, mujeres, hombres y niños, de todas las edades bañándose en el río y haciendo todo tipo de rituales de purificación. En otros ghats las mujeres ‘lavaban’ la ropa y otros muchos se bañaban con jabón. ¡Alucinante!
El ambiente es sobrecogedor y se respira una extraña sensación difícil de explicar. No puedo dejar de disparar fotos, mientras atendemos las explicaciones que nos iba dando Babú. Tras pasar dos ghats donde se acumulaba el mayor gentío, paramos unos minutos frente al crematorio. Respetamos las normas y no hacemos fotos. Había menos actividad que la tarde anterior. Proseguimos unos cientos de metros más y damos la vuelta. La hora de bote había pasado volando.
Tras comer en un pequeño restaurante, muy buena comida y a mejor precio, nos perdemos en un paseo de dos horas por las callejuelas del casco antiguo. Buscando una salida a los ghats aparecemos en una parte muy lejana, tranquila y sin turistas, donde descansamos unos minutos.
Desde allí, completamente alucinados vemos a un martín pescador en plena faena, eso quiere decir que… ¡hay peces!
No sabemos si el pobre pájaro ya habrá palmado o si ha desarrollado algún tipo de inmunidad contra la porquería, pero ahí estaba el tío como un campeón zambulléndose en aquellas cochambrosas aguas a la caza de ‘algo’.
De regreso pasamos de nuevo cerca del ghat crematorio Manikarnika, y no podemos evitar volver a acercarnos a cotillear. Ahora hay una actividad frenética, de hecho durante nuestro paseo por el casco antiguo nos hemos cruzado con seis o siete comitivas fúnebres que se dirigían allí. Portan los cadáveres a hombros en una especie de camillas decoradas con ropas brillantes y de colores dorados o plateados, mientras van dando gritos y exclamaciones.
Nos asomamos al ghat desde arriba. Hay muchísima gente mirando, hindúes, turistas y gente de todo tipo. Esta vez había unos diez cadáveres incinerándose simultáneamente, mientras preparaban dos o tres piras más. Percibimos muchos más detalles, ya que por suerte hoy no tenemos el viento de cara y podemos acercarnos más, es algo alucinante. Hay gente cortando leña, otros preparan las piras para los próximos ‘usuarios’ del crematorio, otros recogen los restos y las cenizas de sus familiares y las depositan personalmente el la orilla del río. Por medio de todo este dantesco espectáculo podemos ver perros y vacas paseando, es algo que hay que verlo para creerlo. Por la mañana, Babú nos explicó, que según la tradición, a los niños y a las mujeres embarazadas cuando mueren no los incineran, si no que los depositan en el fondo del río lastrados con piedras. Todo con tal de acceder al nirvana. También nos explicó que al crematorio no pueden acceder ni las mujeres ni los niños, de esta forma no percibíamos la tristeza, ya que los hombres está mal visto que lloren.
La verdad es que nos ha gustado mucho estar aquí a pesar de lo desagradable de algunas escenas presenciadas, pero merece la pena conocer algo como esto. Nos ha dejado huella.
Mañana será un día duro, debemos viajar unas 22 horas de tren hasta nuestro próximo destino ya en el sur del país: las cuevas de Ajanta y Ellora, declaradas patrimonio de la humanidad.
Qué fuerte!!! Súper chulas las fotos!
ResponderEliminarPor cierto... no sé si acabar de creernos eso de que sólo estáis comiendo verduritas...
Besotes gordos de las tres!!!
Jess, Mary y la peque!!!
Estaba deseando que actualizarais. He visto que los Ghat son ¿Balnearios? Aggg...Esto...¿como é?
ResponderEliminarBastante alucinante todo y muy bien explicado.
Lo de "sagrado" lo tiene ganado a pulso el Ganges, pues a pesar de toda la podredumbre,aún tiene vida. "Algo tiene el agua cuando la bendicen"
Saluditos!
Volver ya, que os echo de menos.....
ResponderEliminaryo si que os echo de menos!!!!
ResponderEliminarun bañito no os apetecia...? o que?
ResponderEliminar