Goa

Tras 8h. de tren nocturno desde Aurangabad a Bombay, llegamos a la meca de Bollywood. Teníamos que cambiar de tren, y por una confusión nos equivocamos de estación, por suerte había varias horas de margen y finalmente pudimos llegar a tiempo.

Después, 12 horas más de ‘tren-pocilga’ hasta llegar a Goa, siendo ya las 12 de la noche del día siguiente, hasta las orejas de mierda, hambrientos y con sueño acumulado de varios días.

Pero Dios existe, cuando llegamos al alojamiento reservado, nos encontramos con unos apartamentos residenciales, pensados por y para turistas, con todas las comodidades soñadas; ventiladores, aire acondicionado, televisión con tdt, dos cuartos de baño completos y limpios, cocina completa, lavadora y además piscina…

La ducha que nos pegamos esa misma noche al llegar, pasará a la historia como la más larga y en la que más mierda pudimos sacar de nuestros maltrechos cuerpos.

Estos dos días en Goa han sido una carga de energía y de descanso inimaginables: calor, limpieza, piscina, buenos restaurantes, baratos y con ¡pescado fresco!, playas limpias e interminables, gente amable que no te acosa para venderte nada y sobre todo… silencio y paz.

Aquí se respira otro ambiente, quizás porque un porcentaje muy alto de su población es cristiana, abundan las iglesias. Evidentemente esto no es la India, sino un pequeño reducto de paz pensado para turistas, casi todos jubilados ingleses y rusos, pero aún así, para nosotros es un premio.

Pronto volveremos a subir al tren de los horrores destino Bombay, pero únicamente será para hacer una breve escala de un día hasta las 0h del día 11, momento en que volaremos a Bangkok, Tailandia.