Es el nombre que recibe la ruta que nos llevará hasta la frontera nepalí, atravesando parte del altiplano tibetano y pasando muy cerca de algunas de las cumbres más altas del planeta. La verdad es que hacer este trayecto nos hace una ilusión especial.
La altitud de Lhasa nos ha jugado una mala pasada y hemos tenido dificultades para conciliar el sueño durante la noche, no obstante, a las 6 de la mañana ya estábamos subidos al coche con nuestro guía tibetano y el conductor.
La ruta consta de dos grandes etapas. En la primera, salimos muy temprano de Lhasa y recorreremos cerca de 400Km. hasta la ciudad de Shigatse, aquí pernoctamos. En la segunda etapa, debemos llegar hasta la ciudad de Zhangmu, ya muy cerca de la frontera nepalí.
Nada más salir, de aún una dormida Lhasa, comenzamos a ascender una fuerte pendiente que nos situó en el primer paso de alta montaña del camino, Kamba-La.
Habíamos ascendido hasta los 4800 metros sobre el nivel del mar. Poco antes, había amanecido y la luz casi horizontal del sol creaba paisajes alucinantes.
Desde arriba podemos divisar el gran lago Yamdrok, uno de los lagos sagrados del Tíbet. Es como un oasis en el desierto a 4400 metros de altura.
Proseguimos camino descendiendo una pronunciada pendiente y transcurrieron muchos kilómetros hasta que por fin conseguimos rodear el gran lago. No podía hacer otra cosa que mirar por la ventana, y no sólo por el impresionante paisaje que se formaba tras los cristales, sino que también miraba con angustia el cielo. Ese cielo claro, clarísimo, con algunas nubes. ¡Bien! ¡Muy bien! No queríamos nubes. Las nubes tapan y esta vez necesitábamos que, a casi nueve mil metros sobre el nivel del mar, todo estuviera despejado.
De nuevo la carretera se retorcía y ascendía, hasta llegar a un punto donde ya el aire que respirábamos era tan liviano, que casi ni se percibía. Estábamos sobrepasando los 5560m. justo en el paso de Karo-La, junto a un inmenso glaciar del mismo nombre.
Al poner los pies en tierra, un leve mareo avisaba de que no debíamos hacer movimientos bruscos. Pudimos pasear y hacer algunas fotos, mientras algunos tibetanos nos ofrecían artículos para comprar e incluso algún cristal y fósil proveniente de la montaña.
Estuvimos allí varios minutos alucinando con las vistas del glaciar que, a pesar de estar en mayo y no haber demasiada nieve, lucía impresionante.
Poco después nos detuvimos en otra zona alta donde pudimos fotografiar un lago artificial creado por una presa hidráulica. Allí algunos tibetanos te ofrecían, por el módico precio de 10 yuanes, colocar una ristra de banderolas en la montaña para conseguir ‘buena suerte’. Decidimos aceptar el ofrecimiento y nuestras ‘plegarias’ quedaron ubicadas en la montaña.
Proseguimos camino descendiendo de nuevo a cotas más cómodas, sobre los 3900m. El aún joven río Brahmaputha, al que aún le quedan varios miles de kilómetros hasta su desembocadura en el delta del Ganges, en Bangladesh, nos acompaña durante parte del camino.
Enfilamos una árida y extensa llanura altiplánica dirección Gyantse, infinidad de casas de estilo tibetano adornan el paisaje.
Al fondo, ya se avistaba en la distancia su antigua muralla en la cima de la montaña y la fortaleza que defendía el Monasterio Palcho, en cuyos bordes se libró una batalla entre tibetanos e ingleses, que ganaron estos últimos. Aquí nos detuvimos para comer y visitar este monasterio.
Monasterio de Palcho
Este monasterio es increíble, tiene la estupa más importante de todo Tíbet, con 108 capillas repartidas en cuatro pisos.
La subida a cada piso cada vez en más difícil, escaleras estrechas y empinadas y de barandilla una cuerda, algunos pasillos comunican las salas entre sí, sus paredes están ricamente decoradas con murales de colores y evidentemente numerosas esculturas y relieves de Buda.
La rodea una auténtica ciudad formada por cientos de casas, estrechas callejuelas adoquinadas y multitud de pasillos que comunican las viviendas entre sí.
Hoy en día habitan unos 70 monjes que intentan reconstruir el templo original.
Tras la comida, continuamos camino hasta Shigatse, que es la segunda ciudad más importante de Tíbet. Aquí visitamos el monasterio de Tashihunpo.
Monasterio de Tashihunpo
Aquí se encuentra la imponente estatua gigante de Buda, la más grande del mundo con 26,2m. de altura y 11,5m. de anchura.
Tiene una gran plaza central a modo de patio desde la cual se divisan muchos de los aposentos de los monjes.
De nuevo en el interior, mantequilla de yack para las velas e infinidad de donaciones, a parte de dinero, la gente pobre dona cualquier cosa, desde frutas hasta bolígrafos.
La indumentaria de los monjes es la de siempre, pero en esta zona el calzado en singular.
La sorpresa final llegó cuando nos dirigimos a nuestro hotel. Se trataba de un flamante hotelazo de 4 estrellas en el que los chinos ubican a los turistas, un hotel con todas las comodidades imaginables, más aún para nosotros, que ya llevamos 5 meses de ‘mochileros’ por Asia.
A la mañana siguiente y con el mismo pronóstico de cielos claros que el día anterior, comenzamos la segunda etapa. Los paisajes no hacían sino mejorar. Aumentaban los montes y los picos mientras cruzábamos los 5248m. del paso de Gyatso-La, entrábamos en el parque nacional de Qomolangma.
Qomolangma es el nombre tibetano que recibe el monte Everest, mientras que en Nepal es conocido como Sagarmatha. Como podréis imaginar, estos nombres son anteriores al momento en que a un general inglés le diese por rebautizar a la montaña en honor a Sir George Everest, un topógrafo inglés afincado en la India en la época de la colonización, por lo que el nombre de Everest siempre ha sigo ignorado (y con razón) tanto por tibetanos como por nepalíes.
Al subir de nuevo al coche, sabíamos que ya quedaban pocos kilómetros para acercarnos al punto del camino en que podríamos (si había suerte) divisar el Everest, de hecho el primer contacto fue a través de un cartel que anunciaba el desvío hacia el campamento base, ya estábamos más cerca.
De pronto, del horizonte surgió la montaña más alta del mundo, mejor dicho, el techo del mundo.
Tenemos muchísima suerte, son muy pocos los días al año en que las nubes permiten ver este coloso desde tanta distancia, pues nos encontramos a unos 80 kilómetros de su base en línea recta. Nuestro guía no dejó de insistirnos de la suerte que teníamos, pues eran muchas las personas que se habían ido sin poder avistarlo de entre las nubes. Veíamos incluso como el viento levantaba enormes cortinas de nieve en polvo desde su cima. Al estar relativamente aislada de otras grandes montañas vecinas, su presencia es mucho más impresionante. ¡Prueba superada! Hemos podido divisar con nuestros propios ojos la cima del mundo, 8.848m.
A continuación hicimos una parada para comer en un curioso restaurante tibetano de carretera, en el medio de la sala los fogones y todos los asientos a su alrededor.
Tras el acopio de energías, pudimos hacer nuevas fotos al Everest, pues todavía es visible durante algunos kilómetros más.
Los paisajes cobraron una dimensión alucinante. La luz y el color del cielo hacían el resto….
Afrontamos un nuevo tramo de meseta altiplánica donde nos encontramos con un imprevisto, había unas obras en la calzada y tuvimos que detenernos durante una hora al sol.
Mientras nuestro guía y chófer se acercaron a informarse del tiempo de espera, una parejita de ancianos, que llegaron montados en un carro tirado por un burro, nos pidieron algo de comida, les dimos unas manzanas y nos lo agradecieron con sus bendiciones.
Para el final de la etapa nos esperaba aún una nueva sorpresa. Mientras ascendíamos por enésima vez, nos acercábamos a una impresionante cresta de montañas. Nos detuvimos a 5100m. de altura, en el paso de Tong-La, entre los 7367m. del Monte Labchi y los 8012m. del Shishapangma. Somos unos afortunados, no todo el mundo puede ver dos ‘ochomiles’ en una misma tarde.
Comienza la montaña rusa que es la bajada por carretera hasta Zhangmu. El descenso es vertiginoso, grandes acantilados a pie de carretera y un desnivel muy pronunciado. En poco más de una hora, descendemos desde los 5000m. hasta una altitud de sólo 2000. Según desciendes, se va ganando oxígeno y la vegetación va cobrando protagonismo; primero arbustos, después pequeños árboles y casi al final del camino ya estamos rodeados de pinos y bosque, en el fondo de la garganta el curso de un nuevo río.
Zhangmu es una ciudad encajada en la montaña, tan sólo es una calle que coincide con la carretera que desciende el valle. Estamos a sólo 5 kilómetros de la frontera de Nepal, mañana entraremos en un nuevo país.
MAGESTUOSO,IMPRESIONANTE!!!!Imagino la emoción del momento en que divisásteis el Everest, todo un regalo, un día redondo,redondo.
ResponderEliminarUn 10 para todas las FOTOS.
Bss!
M.Harta!!!
JAAAJAAJAAAA que curioso ahora que estaba leyendo vuestro final del blog después de acostar al peque, Gema está cenando con unas amigas, curiosamiente os iba a aconsejar que fuerais al parque nacional de Sagarmatha para que viérais el Everest en todo su esplendor y alguno de sus glaciares creo que está el más grande del Nepal probablemente la maravilla Natural más importante que exista ya que es el techo del mundo y además es precioso.
ResponderEliminarLas fotos de esta parte ya permiten imaginar la inmensidad del cielo azul infinito propio de estas alturas, son realmente increíbles.
Respecto al resto evidentemente, lo que mas me ha gustado además del palacio de Potala es la Gran Muralla China que tiene más de 2000 años en algunas partes de la construcción y que probablemente junto con las pirámides sea la maravilla hecha por el hombre existente más importante, las fotos también reflejan la longitud de la misma.
Especialmente me ha hecho ilusión ver el report de Xiang, y he recordado cuando aquí en Barcelona se armó la marimorena en el Forum porque trajeron entre 10 y 12 guerreritos incluido una carroza con caballos como el que teneis en la foto y se armó la de san quintín , unas colas alucinantes, te ponían una peliculita para explicar la historia y luego entrabas en una sala y los veias enfrente de ti a tamaño casi natural.
Recuerdo que fui un friki porque estuve casi 2 horas para ver a 12 imagínate poder estar en el mausoleo del que solo se ve una cuarta parte (creo) DEBE SER ESPECTACULAR.
Bueno ya sabeis que cuando volváis me encargo del vino, personalmente para brindar por este super viaje.
Que sepáis que estos días me acabé de leer TRAS LAS HUELLAS DEL VERDUGO de Nic Dunlop y que cuenta como este peridoista que descubrió al camarada Dutch en la frontera con Thailandia el comandante de Tuo Sleng y que gracias a él juzgaron, después de haber leído vuestra pare del blog en Camboya, también realmente interesante.
Cuidaos mucho chavales y tened cuidado con las alturas os queremos mucho
Despues de leer el comentario de Julián , no tengo nada mas que decir, increible..... jajajaj
ResponderEliminarMe encanta las fotos... no creeis que estos chicos podrian dedicarse a la fotografia??
os quiero un monton!