viernes, 1 de abril de 2011

Chau Doc

Para cruzar la frontera y seguir fieles a nuestras costumbres, hemos decidido hacerlo continuando el descenso del río Mekong.

Subimos a bordo de una lancha en Phnom Penh que nos lleva hasta los puestos fronterizos. En mitad de camino cambiamos de lancha, dejamos la camboyana y cambiamos a la vietnamita.



Después de 5 horas descendiendo el río y flipando con su tremenda anchura (hay zonas de más de 2Km. de orilla a orilla), por fin hemos avistado tierras vietnamitas.


Nuestro destino es el pueblo pesquero de Chau Doc, situado en uno de los múltiples brazos en los que se divide el Mekong a su entrada en Vietnam, formando un enorme delta que riega toda la zona sur del país.




La ciudad es pequeña, pero tremendamente activa y llena de vida. A ambas orillas del curso fluvial hay palafitos (casas elevadas sobre el río) y el trasiego de embarcaciones es continuo. El agua está repleta de enormes plantas verdes como nenúfares, y dejan ver perfectamente la corriente del río.




Nos alojamos cerca del mercado central, un lugar repleto de comercios y donde los turistas occidentales somos una rareza. El pescado tiene un protagonismo especial. El calor aquí es sofocante, parecido al de Bangkok pero con más humedad.




Una curiosidad de esta ciudad son las ‘casas flotantes’. Son casas de pescadores sobre plataformas de madera y a su vez sobre bidones vacíos a modo de flotadores. Hay cientos o miles de ellas repartidas por el río.



También hay granjas de pescadores, ‘piscifactorías’ de las que se nutre de pescado fresco el mercado central, decimos fresco por que los peces que venden en él están vivitos y coleando dentro de grandes palanganas, si lo quieres comprar le dan un mamporro en la cabeza, te lo despellejan y ya tienes tu pescadito fresco…

Otra cosa que nos ha sorprendido es la escritura, está basada en el alfabeto latino. Tienen signos diacríticos para distinguir entre sonidos y tonos, herencia de su pasado colonial y de los franceses. Lo que obtienen es una representación de sus sonidos vietnamitas, pero escritos con nuestro alfabeto. Vamos un lío…. En definitiva, aunque creas poder leerlo, no te enteras de nada.

La cantidad de motocicletas de esta ciudad es espectacular, miles y miles, pero la gran mayoría se protege con el casco, aunque son curiosos, pues les ponen unas fundas a modo de pamelas, gorras o diseños de pedrería.




Tiene un paseo fluvial muy organizado: verde, limpio y muy bien cuidado, desde el que tienes una visión del río privilegiada, puedes pasar horas observando la rutina de estas gentes. Al caer la tarde muchísimas personas hacen ejercicio y los jóvenes practican en grupo las artes marciales.





Esta localidad todavía no ha perdido su identidad, ya que no está dentro de ninguno de los circuitos turísticos, pero ha sido muy agradable pasar un par de días en ella.




La tendencia al pijaming que descubrimos en Camboya, aquí si cabe es mucho más acusada. Prometemos nuevas entregas.

A pesar de lo que nos habían dicho viajeros que nos hemos encontrado respecto a la desagradable actitud de los vietnamitas con los occidentales, todavía no hemos tenido ningún problema. Ya veremos que pasa según vayamos subiendo al norte.

4 comentarios:

  1. Muchas felicidades prima. Besos de Maria y Javi.

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  2. CUMPLAÑOS FELIZ, CUMPLEAÑOS FEEEELIIIIIZZZZZ!!!!!! Te deseamos Myrinda CUMPEAÑOS FEEEELIZZZZ!!!!
    BIEEEENNNN,,,Plas,Plas,Plas.... :D
    MUCHOS Bstos!
    J y M

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  3. Hola, muy buenas y por lo que veo felicidades!!!!!!!
    Cuando llegueis a Hanoi ya vereis lo que son motos en los semaforos y en la Bahia de Halong coger un barco medianamente bueno que si no salen cucarachas por todos los sitios.
    Un abrazo y besitos. Carlos A.

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  4. Hola a todos!!!

    Gracias por felicitarme pero os diré que tuve que soplar las velas en una magdalena con cara de chocolate. Era lo más parecido a un pastelito.

    Ha sido un cumpleaños diferente.

    Gracias a todos de nuevo.

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