lunes, 4 de abril de 2011

Can Tho

Continuamos adentrándonos en del delta del Mekong camino de Can Tho. Para ello hemos contratado un pequeño ‘paquete turístico’ de tres días que nos llevará hasta Saigón.

Muy tempranito tomamos un nuevo bote que hizo una breve parada en una de las granjas piscifactorías que abundan por aquí, de hecho, todas las casas flotantes tiene su propia pecera de unos 5m de profundidad bajo el suelo del salón. Allí nos mostraron como crían a los peces para su posterior consumo. Los alimentan con una especie de pienso y cuando se lo echan ¡acojona!, porque salen cientos de peces a devorarlo. No son pirañas, pero lo parecían. ¡Cuánta hambre deben de pasar los bichos estos!


Después cambiamos a un barco mayor, con todas las comodidades y descendimos el río hasta un punto en el que ya debíamos seguir en autobús, por suerte con aire acondicionado. El calor es insoportable a pesar de que aún no hemos visto el sol, tenemos una bruma continua desde hace días.

Al llegar a Can Tho, ¡sorpresa!… La primera noche debíamos dormir en una Homestay, la casa de una familia vietnamita donde conviviríamos con ellos un día completo. Digo sorpresa, porque nos vinieron a buscar dos motocicletas para llevaros allí. Imaginaos, en cada moto el conductor con el macuto entre sus piernas (sujetándolo con las rodillas) y nosotros sentados detrás. Iban rapidito sorteando motos y baches durante unos 5 kilómetros hasta llegar al destino, el cual estaba en un paraje alucinante junto a uno de los canales del delta y literalmente dentro de la jungla.

Por fin llegamos, sanos y salvos, aunque a mi me faltó poco para jiñarme encima. No me gustan las motos, que le vamos a hacer.

La casa era enorme, y por allí pululaban los hijos del dueño, la abuela y más gente que no logramos ubicar.



Exploramos la zona durante varias horas. Decenas de niños salían a nuestro paso…hello! hello!... De repente aparecen tres y Myriam les pregunta sus nombres… Ellos dicen llamarse ‘Nyun’, ‘Bom’’, y ‘Gñam’, o al menos así sonaba…. Alucinante. Para los padres de los niños, los turistas somos algo así como un divertimento o atracción, nos los acercan para que les hagamos monerías, fotos o que les cojamos en brazos. Myriam está en su salsa, yo pienso en el mítico Herodes…




Abuelos, señoras con pijama, perros, gallinas, gallos, bicicletas y más motos circulaban por el pequeño camino que comunica todo aquel entramado de aldeas que forman este pueblecito. Alguna que otra araña del tamaño de la palma de una mano también se deja ver. La temperatura no baja ni para dios.


La jungla es espesa, palmeras y más palmeras, bananeros y todo tipo de árboles frutales. Es como en las películas, todo verde.




En este pueblo tienen una costumbre que nos asombra, tiene en el jardín el féretro enterrado de sus antepasados y en algunos casos tienen preparado el hueco para el del cónyuge.

Muertos de hambre regresamos a la casa, donde también aguardaba la cena un señor de San Diego, que chapurreaba portugués y 5 coreanas frikis con las que compartimos mesa y mantel.

La cena, espectacular… Lo mejor del día. Cenamos rollitos vietnamitas rellenos de pescado y verduras, hechos por nosotros mismos.



Durante la cena y debido a la tormenta, se fue la luz. Terminamos cenando con linternas. Con la oscuridad pudimos ver volar a las luciérnagas, se acercaban a nosotros e incluso se posaban en la mesa. Parecía que ellas jugaban con nosotros.

A la mañana siguiente ‘madrugón padre’, a las 6 en marcha… Toca visita a la parte principal de la aldea, situada al otro lado del canal. Cruzamos en bote, a esto se dedican muchas mujeres, y visitamos un pequeño pero animado mercado. Después nos acercamos al colegio, donde los niños comenzaban a llegar, mientras unos jugaban a las canicas y otros desayunaban.



De regreso a la casa, el desayuno, despedida de nuestros anfitriones y de nuevo en moto-kamikaze a la ciudad para volver a tomar un bote con el que visitaríamos el mercado flotante que, cada mañana, se llena de botes-tienda en este brazo del río.


Es curioso como se te acerca un bote y te ofrecen café, bananas, pastitas o fruta, allí mismo te lo preparan todo.





El resto de visitas no fueron muy interesantes; una fabrica de arroz y otra de fideos. Lo mejor de todo es que de camino entramos en un bar y nos encontramos con esta sorpresa.



Una vez libres visitamos el centro de la ciudad. Ong Temple: curioso templo chino dedicado al Dios de la fortuna y lleno de espirales de sándalo y ornamentado hasta la extenuación.


Un gran parque en la orilla del río donde se alza una gran estatua en honor a Ho Chi Minh.


Y mañana nos vamos a Saigón....

3 comentarios:

  1. Gelito!jajaja!!!!!No sé con cual me quedo, con la foto a lo Ho Chi Minh, o la del gorrito Qué pinta xdios.
    Que mona la mascota del bar y parecía tener la tripita llena de algún sabroso roedorrrr!ñam,ñam...
    La cena en la casa tenía una pinta estupendísima.
    Lástima no hicierais fotos a las luciérnagas.
    Myriam, no te parece que la coreana que está al lado de Ángel, posaba demasiado tiernaaa,ummmm... pone ojitos, cuidadín que "Gelín" está muy guapooo, no es por nada...Entre el bronceado y el "tipín"...
    Besitos Guapérrim@s :-)

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  2. Esto no me ha gustado es una puta turistada , lo mejor la cena que tenía buena pinta y la foto de la araña

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  3. La próxima vez lo que podrías haber hecho es mientras Myriam duerme , benficiarte a las cuatro coreanas , a ver si aprendáis algo.
    JAAAJAJAAJJAJAJAJAJAAJAJAA

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