domingo, 24 de abril de 2011

Beijing

Tras más de 12 horas de viaje en tren llegamos a capital de la República Popular de China. Una pedazo de ciudad de dimensiones enormes que ya poseía asentamientos siglos antes de Cristo, su historia se remonta a hace más de 3000 años.

Por suerte, las literas ‘duras’ del tren no resultaron serlo tanto, además, eran cómodas y limpias, lo cual ayudó bastante a que llegásemos descansados.


La estación central de Beijing no es tan moderna y funcional como la de Shanghai, pero también es enorme y preciosa.


Al salir de ella, tomamos un desayuno e intentamos llegar hasta nuestro hotel por nuestra cuenta. Teníamos unas breves explicaciones de como llegar, pero tuvimos que combinar el plano en inglés y en chino para localizar la parada. No fue tan difícil, sólo había que tomar el metro y bajarse un par de paradas después, caminar aproximadamente un kilómetro por dos grandes avenidas y ya estábamos en el barrio antiguo de Beijing donde se ubica el hotel.


Es un entramado de callejuelas que contrasta enormemente con las avenidas que hay a pocos metros del barrio. Farolillos chinos colgados por todas partes indican que nos encontramos en zona turística, aunque no se ven demasiado occidentales.



Estamos de enhorabuena, el cielo está azul, cosa rara por estas tierras con lo cual, tras almorzar una comida auténticamente china a base de pasta rellena de carne al vapor y fideos con una increíble salsa, nos vamos caminando dirección a la plaza de Tiananmen.

Plaza Tiananmen

Para acceder a su interior cruzamos esta enorme puerta, la puerta de Zhengyang.


Es la plaza pública más grande del mundo (800 metros de longitud de norte a sur y 500 metros de este a oeste) y uno de los emplazamientos más impresionantes de la ciudad.



Además, es tristemente famosa por los sangrientos disturbios que se produjeron en 1989, cuando estudiantes y trabajadores se aliaron para pedir democracia en China.

El gran palacio del pueblo y el Museo Nacional de China se encuentran a ambos lados de la plaza, y en el centro el obelisco a los ‘Héroes del pueblo’.




La visita a esta plaza nos ha dejado totalmente alucinados: por sus dimensiones, sus enormes estatuas, sus banderas, su obelisco central, sus pantallas gigantes de televisión que proyectan imágenes de ‘autobombo’ chino y sobre todo, los controles policiales en los accesos a ella, es imposible acceder sin pasar alguno de ellos en superficie o bajo tierra, en los enormes pasadizos que dan acceso a la plaza bajo el tráfico de las grandes avenidas que la rodean. Aún así, los controles son rápidos y en pocos minutos estás dentro de Tiananmen.








El gentío dentro de la plaza es bestial, sobre todo de turistas en su mayoría chinos. Por todos lados y en todo momento se pueden ver militares haciendo guardia o desfilando. Es una imagen nueva e impactante para nosotros.




Coincidiendo con el ocaso, se celebra la ceremonia de la bandera. Es un acto en el cual los militares arrían la gran bandera que ondea en el centro de la plaza.

Al acontecimiento acuden miles de chinos orgullosos de su bandera y de su ejército.




Durante la noche el mástil permanece vacío, y al amanecer llega la segunda parte de la ceremonia con un nuevo izado de la bandera. Así cada día los 365 días del año.


Una vez que llegas al norte de la plaza, te encuentras de morros con la típica y gran foto de Mao, está al otro lado de la gran avenida Chang An Jie, la cual hay que cruzar a través de un paso subterráneo, una vez en el otro lado ya puedes acceder a la ciudad prohibida y los jardines de Zongshan, Jingshan y de Beihai.



Visitar esta zona a pie requiere estar en forma. Las distancias entre los lugares de interés son enormes.

Parque de Zongshan

Originalmente el parque era un altar dedicado a los dioses de la tierra y del grano. Está entre la Plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida abarcando unas 24 hectáreas.



La flores son su mayor reclamo, algunas rocas bien puestas, árboles centenarios, luces, carpas de colores y multitud de antiguos pabellones inundan la zona.




En la parte norte del parque un grupo numeroso de personas estaban agrupadas. Todas ellas levaban carteles que parecían descripciones de personas desaparecidas, era todo muy extraño y silencioso. Nos fuimos de allí sin saber exactamente de que se trataba.

Al salir, decidimos seguir paseando por esta enorme ciudad, que es como podemos apreciar sus dimensiones. Si se quieren hacer visitas a pie hay que prepararse para varios kilómetros de paseos a lo largo de enormes avenidas y pasos subterráneos anchísimos, ya que las calles más anchas se cruzan bajo tierra.





De repente te encuentras con edificios tan modernos y alucinantes como la Ópera de Beijing, una especie de ‘platillo volante’ posado en un parque junto a Tiananmen.


Todos los días hemos regresado al hotel muy cansados, menos mal que la comida en China es excelente y que el hotel es muy confortable.

Hemos visitado algunos puntos de interés dentro de la ciudad, eso si, siempre desplazándonos en metro, la mejor forma de desplazarse.


Igual de moderno que el de Shanghai, limpio, rápido y cómodo (excepto en las horas punta).



CITS

Vamos a dedicar unos minutos a explicar que demonios es esto del CITS. Se trata de una gran agencia de viajes, que en realidad es un organismo controlado por el gobierno chino. Es casi un ministerio y posee grandes edificios de oficinas tanto en Shanghai como aquí, en Beijing.


Nos hemos tenido que dirigir aquí para poder obtener un ‘permiso especial’ para poder visitar la región del Tibet. Parece ser que si no es a través del CITS y junto con la compra de un paquete cerrado y organizado, no te dan el permiso.
Pasamos un buen rato con ‘Arturo Yin', el funcionario que atiende a los hispanos. Lo de Arturo es porque su profesor de español lo bautizó así, suponemos que es un nombre sólo para trabajar con turistas españoles.

Finalmente salimos de las oficinas del CITS con un paquete organizado y pagado de antemano. No es lo que buscábamos, pero nos ha sido imposible ir por libre y acceder al tren del Tibet, ya que los billetes están asignados a la gente afín al gobierno y sólo se puede acceder a ellos en el mercado negro y a precio de oro.

Lo divertido de la visita fue que mientras estábamos reunidos con Arturo, a las 15:00h una voz desde megafonía dijo algo… de repente todos los empleados, que no eran pocos, se levantaron al unísono para comenzar juntos una tabla de ejercicios. Como todos hacían los mismos movimientos entendemos que la voz les dirigía. Nos quedamos atónitos, y al cambiar de planta para ir a pagar pudimos ver que en todas las plantas pasaba lo mismo. ¿Os imagináis algo así por nuestras tierras? Aún nos reímos al recordarlo. Al cabo de 15 minutos todos retomaron sus puestos de trabajo en silencio.

Silk Market

Aunque parezca mentira, es el tercer punto de interés de la ciudad por detrás de la Gran Muralla y la Ciudad Prohibida.

Se trata de un mercado de falsificaciones dentro de un enorme y moderno edificio de seis plantas donde puedes encontrar cualquier cosa que puedas imaginar. Se parece más a un centro comercial que a un mercadillo, al menos por fuera.



La especialidad de sus puestos son las falsificaciones de las grandes marcas, si bien es imposible discernir entre originales y copias. Hay que pasar bastante tiempo regateando, lo que puede llegar a ser agotador. Los vendedores son inagotables y tienen mucha pericia a la hora de sacar buenos precios a su mercancía… si te despistas te timan. Los precios iniciales son completamente desorbitados, muchas veces hasta 10 veces superiores al que debería ser el precio final.

Es uno de los pocos sitios de China donde se habla español, jejejejejeje!!!
¡Balato, balato! ¡Una más! Muy bonito palaél…. ¡Amigo-amigo!…, ¡buen precio palatí!

Curiosidades

Los chinos tienen algunas costumbres muy diferentes a las nuestras y en ocasiones te encuentras con situaciones pintorescas.

Durante toda nuestra estancia hemos visto que a los niños de corta edad los pasean por la calle con el ‘culo al aire’. Os parecerá raro, pero sí, así es. Finalmente hemos creído entender que lo hacen por comodidad, para poderlos cambiar rápidamente.


Algo digno de destacar, es el orden que se respeta en las paradas de autobús. En una misma parada existen varios autobuses que recogen a los pasajeros, pues bien, cada autobús tiene su ‘cola’ delimitada en el suelo y a su vez un controlador para que nadie se despiste.


Como ya hemos comentado, los chinos no entienden otro idioma y cuando les preguntas jamás intentan contestarte, simplemente te dicen que no y punto.

La limpieza, es algo envidiable, hordas de personal de limpieza se despliegan por las calles durante todo el día. Vamos, lo mismito que en la India.

Existen diferentes servicios: los que van a pie con unas pinzas y un recogedor, los que van en bicicleta, los que van en moto, los que van en camioneta y como no, el camión cisterna que se encarga de mojar y aspirarlo todo. Es imposible encontrar nada en el suelo, las mascotas deben estar también instruidas.


Respecto a los baños; existen servicios públicos impolutos cada 150m. aproximadamente y totalmente gratuitos, además tienen un servicio de limpieza continuo.

2 comentarios:

  1. Vírgen del Amor Hermoso!!!!!!
    ¡Cómo son mis PLIMOS!!!!
    Sigooooo.... (^.^)

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  2. lo de los baños impolutos es poco creíble. En tres ocasiones he ido a China y lo de los baños públicos siempre fue un mal necesario y repugnante. por todo lo demás gran blog

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