lunes, 28 de febrero de 2011

Mae Wang National Park

Hoy hemos pasado el día en un parque nacional, donde supuestamente íbamos a hacer un trekking por la selva, un paseo a lomos de un elefante, visitar un par de tribus étnicas de la zona, bajar un río en barcas de bambú y bañarnos en una cascada.

¡Turistada del copón bendito!

Juro que no lo volveremos a hacer. Joder….a veces parecemos nuevos.

Nos recogen para posteriormente pasar a recoger a otros turistas hasta hacer un grupo de 12 personas: dos ‘fifis’ alemanas que no podían con los bichos, dos parejitas de ingleses jovencitos a cual más tonto, tres asiáticos mudos y un suizo. Éste último, el único con el que pudimos charlar con simpatía.

Nos conducen hasta una especie de campamento donde aguardaban muchos elefantes, nos ubican de dos en dos a lomos de los paquidermos y comenzamos un paseíto por la jungla en el que los elefantes, más mansos y amaestrados que perrillos, hacían todo tipo de ‘monerías’. La organización tenía estudiadas tres paradas en el recorrido donde te vendían comida para los elefantes, cañas de azúcar y bananas a 20 Bhats la bolsita… mientras caminabas el bicho te ponía la trompa en los morros, le dabas la banana o te resoplaba en el careto. Divertido, sin más…




Nos acercaron al ‘pueblo’ aledaño, habitado por la étnica Karen, donde supuestamente íbamos a ver como vive la gente de esa ‘remota zona’… pues ni remota, ni gente, ni tribu. Cuatro señoras cosiendo e hilando bufandas y pañuelos para después ponerlos a la venta a modo de souvenir para el turistas, cuatro niños intentando vender pulseritas a 5 Baths, y un tenderete con coca colas y cervezas frías a disposición del consumidor. O sea, algo súper remoto, étnico y exclusivo…




A continuación comenzamos un ‘trekking’, que se resume en una caminata de 20 minutos por una pista forestal por la que también transitaban coches y que terminaba en una cascada, ni bonita ni fea. Tiempo para bañarnos, pero a los 5 minutos aquello se puso de turistas hasta la bandera, decidimos no bañarnos y fotografiar algunas de las cientos de mariposillas que pululaban por allí.




Después, nueva caminata por el borde del río y por los arrozales colindantes, hasta el lugar en el que la organización tenía previsto ofrecernos el almuerzo. Comida rápida a base de arroz, verduras y tortilla.




De nuevo al minibús, hasta donde íbamos a hacer un ‘divertido rafting’ descendiendo el río en canoas de caña de bambú. El bambú lo aguanta todo, es muy resistente. Las canoas eran simples troncos de bambú atados entre sí por cubiertas de bicicleta.


El río lo descendimos, pero a paso de tortuga y aburridos como borregos, los rápidos eran de chiste, el río cubría dos palmos y sólo nos mojábamos porque los palistas se lo proponían.

La hora de camino dentro del bus la pasamos charlando con el chico suizo, muy agradable y simpático, practicamos un poquito nuestro inglés, fue ameno y divertido mientras los demás ocupantes sobando.

En fin, llegamos algo decepcionados, pero fue culpa nuestra por no haberlo imaginado. Al menos la excursión no fue demasiado cara y le supimos ver la parte positiva.

domingo, 27 de febrero de 2011

Chiang Mai

Tras un viaje de 12h. hemos llegado a nuestro destino, por suerte al ser una ciudad situada en el interior, carece de la brutal humedad de Bangkok, haciendo el ambiente más soportable a pesar de los más de 30º que imperan.

Chiang Mai significa ciudad nueva y no parece una ciudad especialmente bonita, pero si que es muy limpia, ordenada y tranquila. La parte vieja de la ciudad está rodeada por un canal en forma de cuadrilátero y a su vez, le acompaña una antigua muralla restaurada. Orientarse en muy sencillo.



Está situada entre algunas de las montañas más altas del país y a la ribera del río Ping, el afluente más importante del río Chao Phraya. Esta ciudad, tanto en tamaño como en población es la segunda del país, después de Bangkok.

No hemos tenido ningún problema con el alojamiento, hay infinidad de ellos y bastante económicos. En general todo es más barato que en la capital.

Hoy ha sido el cumpleaños de Ángel y hemos querido tomarlo con tranquilidad, ha pedido su deseo y ha soplado su vela, aunque le ha faltado su pastel de chocolate ha tenido su sorpresita.

Aquí hay mucho hombre vestido de color naranja y evidentemente, la ciudad está repleta de Wats, templos.




Visitar esta ciudad es paso obligado para poder disfrutar de algunos de los parques naturales que la rodean.

Hoy nos hemos llevado una grata sorpresa. A la salida de hotel estaban montando el mercado nocturno. Todos los tenderetes tiene su licencia, su espacio y su tiempo. Evidentemente la exposición de los artículos es exquisita. El arte del orden es algo innato en ellos.

Mientras paseábamos tranquilamente sin agobios, suena el himno a las 18h. en punto y todos los que estaban sentados trabajando se levantan y los que paseaban se detienen. Durante un minuto el tiempo se detiene en Chiang Mai. Ha sido impactante, en Occidente no estamos acostumbrados a estas demostraciones de disciplina callejera. ¿Os imagináis algo así en alguna de nuestras ciudades? Impensable.


Cusiosamente no se ve mucha gente mayor, es algo que nos llama la atención y por otro lado, hemos podido ver que muchos ciegos se dedican a tocar un instrumento y cantar por la calle. Aquí la gente es muy solidaria con ellos.


Hay muchos trabajos artesanales y especialmente la madera de mango la trabajan con mucho gusto. Los puestos de ropa, calzado y cachivaches son increíbles, tienen mucho colorido y hemos llegado a pensar que el Sr.Custo ha venido por aquí a inspirarse con sus diseños. Hoy hemos caído en la tentación, hemos comprado ropa ligera para soportar el calor.







Respecto a los alimentos, nada que decir. La amalgama de posibilidades es infinita. Hoy hemos visto desde helados caseros, hasta cafetería móvil, pasando por grillos fritos, pinchos de patata en espiral y dulces de todo tipo.








Por la mañana estaba todo estaba recogido, no quedaba ningún resto de la pasada noche. La limpieza es algo que impera en esta ciudad. Las calles ya habían recuperado su actividad normal y en ellas sus peculiares taxis transitan en todas direcciones.


martes, 22 de febrero de 2011

Koh Tao

Para dar por finalizado nuestro periplo playero, hemos querido visitar la otra costa del país, el golfo de Tailandia. Llegar a esta isla ha sido fácil, como casi todo en Tailandia. En una agencia donde nos atendió un Lady Boy de agarrarse, gestionamos el bus para llegar a Surat Thani y el barco para llegar a Koh Tao, isla Tortuga.


Viajábamos de noche y nuestra ubicación era 50cm. de colchoneta con un cojín y un ventilador para intentar descansar durante la travesía. Se trataba de un espacio tipo hospicio, todos juntos, unas 60 personas.


Llegamos a las 6:00h. y nos fuimos directos a desayunar. Encontramos alojamiento sin problemas.

Esta isla es el paraíso de los buceadores. Es una roca en mitad del mar plagada de cocoteros y de pequeñas calas, muchas de ellas inaccesibles a menos que las visites en bote.



Existen multitud de empresas que se dedican a formar a los futuros buceadores, es bastante económico conseguir el título. De hecho hay muchos occidentales afincados en esta isla con distintos tipos de negocios, pero la mayoría vinculados al buceo o a la restauración.

Tras inspeccionar las posibilidades que ofrecía la isla, decidimos alquilar una moto y un par de máscaras de snorkel para visitar la isla a nuetro aire.


Repostar no era un problema, por toda la carretera vendían litros de gasolina en botellas de bebidas.


El lugar en el que más hemos disfrutado del snorkel ha sido Freedom Beach, donde una pequeña calita adornada con árboles tipo manglar y rodeada de rocas, albergaba en sus aguas una cantidad enorme de diferentes clases de peces hasta la misma orilla.






Tanote Bay es otra buena zona, aunque para acceder a la playa hay que bajar un montón de escaleras y pasarelas de madera en mitad de una zona muy boscosa. En esta playa es la única que hemos podido ver oleaje, el resto son balsas de aceite.


Atravesamos la isla de sur a norte para llegar a un mirador desde el que se divisan tres pequeños islote conectados entre ellos por una lengua de arena que aparece al bajar la marea. Nangyuan.


En esta isla hemos tenido un tiempo más inestable, aunque con mucho calor la mayor parte del tiempo veíamos pasar las nubes sobre nuestras cabezas.

Por la noche el clima era fantástico, todas las playas iluminadas con infinidad de bares a la orilla de las playas. Una gozada.

La salida de la isla ha sido durante el día, 3h. en barco y la mayoría de los guiris en cubierta, aprovechando los últimos rayos de sol.