jueves, 24 de marzo de 2011

Kompong Khleang

Llegamos a la frontera de Laos con Camboya. Una vez allí pudimos sufrir la burocracia asiática.

Para salir de Laos tuvimos que pagar y para entrar en Camboya, tuvimos que caminar 500m. bajo el sol hasta el primer control camboyano donde pagas 1$ para que te tomen la temperatura. ¡Habéis leído bien! Una vez comprobado que no tienes fiebre, pasas al segundo control y pagas 23$ por el visado. Por último, en el tercer control vuelves a pagar otro dólar para que te estampen el sello de entrada.

Como veis, se trata de recaudar el máximo, tres controles a las personas, ninguno para el equipaje. Moraleja: los turistas son tontos y ricos.

Cuando volvemos al autobús, nos damos cuenta que viajamos pasajeros para dos destinos diferentes. No lo comprendemos muy bien, pues ambos destinos no están en la misma dirección. Al pasar las horas pudimos descifrar el enigma. Los que viajamos hacia Siem Reap cambiamos de autobús tras hacer kilómetros que no nos tocaban. Todo esto lo hacen para ahorrarse un bus y además asegurarse de que llegamos a las tantas y así ellos te ayudan a buscar alojamiento. Sospechosamente, a 1Km. del destino al autobús se le agotó el combustible, en medio de la carretera y delante de una megadiscoteca donde los colegas taxistas esperaban con los tuk-tuks. El plan estaba claro, negocio para los amigos, comisión al bolsillo y ellos de juerga.

Nos acomodamos en un buen hotel y por la mañana al ver que el día pintaba nuboso decidimos cambiar de planes.

Camboya es un país curioso, para empezar la moneda local es secundaria, aquí todo se paga en dólares. De hecho los cajeros automáticos expenden sólo dólares. Nos sorprendió bastante, sólo vemos los billetes locales, los rieles, cuando tienen que dar cambio de 1$.

Como esta es una ciudad sin mucha personalidad, creada por y para dar servicio a los miles de turistas que visitan Angkor, decidimos irnos a ver los pueblos locales que rodean el gran lago.

Tonle Sap Lake


Este es el lago de agua dulce más grande de toda Indochina y ocupa una buena parte del terreno de Camboya. En época de lluvias es totalmente navegable ya que el exceso de agua del Mekong lo ayuda a crecer considerablemente. Alrededor de este gran lago existen pequeños y numerosos pueblos y aldeas de pescadores.

Kompong Khleang

Contratamos un tuk-tuk, pues el pueblo se encuentra a unos 35Km. al este de la ciudad de Siem Reap. Llegamos a una especie de embarcadero donde además tuvimos que contratar un bote.


Nuestra sorpresa fue cuando Men, el patrón, nos lleva hasta su bote. Se trataba de un barco de paseo de unos 8m. de eslora donde éramos los únicos ocupantes, es un pueblo un poco apartado y por aquí no se acercan muchos turistas.

Al estar en época seca, para salir al lago abierto hay que atravesar un largo canal escaso de agua, estrecho, sinuoso y atestado de botes.



A ambos lados del canal se extiende el pueblo. Se trata de un entramado de casas muy humildes construidas con maderas y paja, todas ellas elevadas sobre pilotes, algunas alcanzan hasta 10m. de altura, pues están ubicadas en zona inundable. En esta estación las escaleras son interminables.





Durante el recorrido pudimos ver el estilo de vida de estas gentes. Todo gira en torno a la pesca y al cultivo de arroz.



El agua es muy turbia pero a pesar de ello, algunos chicos pescaban con sus redes, otros arreglaban sus embarcaciones o motores y las mujeres ponían a secar unas gambas de diminuto tamaño. También tienen animales de granja, sobretodo cerdos y gallinas. Una excavadora que trataba de hacer más hondo el canal era usada por los niños como improvisado trampolín.





Durante el camino algunos nos saludaban amablemente, pero en general detectábamos cierta tristeza en sus miradas. Los pueblos pesqueros siempre los hemos conocido con mucha vitalidad, pero este parecía como ralentizado.



Justo cuando el canal se ensancha podemos contemplar a ambos lados un espeso bosque muy verde.



Cuando llegamos al lago la visión era increíble. La vista no llegaba a tocar tierra. Nos preguntamos: ¿Cómo será esto en época de lluvias?



Hay cientos de familias que tienen sus viviendas en el mismo lago. Tienen estructuras de madera a modo de piscifactorías. Son muy curiosas.



El silencio es total, sólo se rompe por los motores de las barcas. Todos están faenando, de una manera o de otra y nosotros... de paseo.


De regreso le pedimos al patrón que nos dejara bajar del barco y así poder visitar el centro del pueblo que resultó ser una calle de tierra, suponemos que en la estación lluviosa esta calle debe ser navegable.


De nuevo en el bote y ya en la zona virada, el patrón le cedió el volante a Ángel y él, con cautela nos llevó hasta el embarcadero inicial. Toda una experiencia.

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