jueves, 10 de marzo de 2011

Louang Phrabang

La llegada a Louang Phrabang fue un momento especial, desde el mismo bote al aproximarnos ya podíamos ver que está asentada en un punto estratégico, en el lugar en que el gran río Mekong se une con el Nam Kahn formando un meandro y abrazándola en su interior.


Asentada desde hace 700 años, dicen que esta localidad salvaguardó el ‘espíritu’ de Laos. Posee edificios de estilo colonial construidos durante la ocupación francesa, más de 30 monasterios budistas, templos muy antiguos, algunas ruinas y está rodeada de hermosos paisajes. Antiguamente fue capital del Reino de Laos.


Por lo visto ha cambiado desde que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995. Oleadas de jóvenes con mochila han provocado el brote de albergues, hoteles y restaurantes, todo esto está cambiando la fisonomía y atmósfera de la milenaria ciudad de Louang Phrabang.

Para visitar esta ciudad, lo mejor es hacerse con una bicicleta y agua en abundancia para no deshidratarte. El calor aquí es sofocante y la humedad muy alta. Los tuk-tuks son verdaderas motos con remolque, que por la noche se convierten en luciérnagas de colores.



La gente del lugar es muy tranquila y existe una especie de ‘toque de queda’ a las 23h., pero no por ninguna razón política, si no para no perturbar el descanso de los monjes.





Hace días que pensábamos en llegar a esta ciudad, pues teníamos entendido que aquí tienen pan. Gracias a los franceses tienen algunas buenas costumbres. Desde este momento Ángel denomina a esta ciudad como Louang PAN. Pobrecillo, tras dos meses de no poder morder un mendrugo de pan y soñar en numerosas ocasiones con el pan de Consol, hoy por fin nos hemos podido comer un bocadillo.



Otra cosa buena que tienen aquí son los dulces y lo que nadie debería perderse, son los batidos de galletas Oreo. Increíble pero cierto.



El gran río y su afluente dan vida a la ciudad. Además de regar estas tierras, les permite tener zonas de recreo en las que sus habitantes juegan contra la corriente, bajo la mirada de sus vigilantes.





Louang Phrabang es muy relajante y merece la pena ser visitada. Nosotros hemos estado muy agusto, alojados en una sencilla pero divertida Guest House y hemos comido en las largas mesas comunitarias que montan en los alrededores del mercado. En ocasiones, por narices tienes que aprender a comer con palillos.




A pesar de ser una pequeña ciudad, cuentan con todo tipo de distracciones, desde museos, galerías de arte e incluso un estadio olímpico donde Ángel ha probado el terreno.


Los lugares que destacamos son:

Mercado nocturno

Cada noche, al caer la tarde las calles aledañas al embarcadero se llenan de multitud de puestecitos con toldos rojos. Trabajos artesanales, textiles
y souvenirs al gusto. Los diseños no son tan comerciales, guardan un estilo propio. Es una delicia pasear por este mercado.





Colina de Phou Si

Justo en el centro del meandro, se alza una colina a la que se asciende tras subir una escalera de 226 peldaños. Desde arriba se divisa la ciudad y los dos ríos, la vegetación impide ver donde se unen.

Desde arriba se divisan los inconfundibles tejados de las casas de estilo colonial francés. Ángel se convierte en Calleja coronando la cima.





Tienen una costumbre que no entendemos, aunque ya lo habíamos visto en ocasiones anteriores, venden a los turistas unas pequeñas jaulas de mimbre con un par de gorriones dentro. Se supone que si los liberas tendrás buena suerte. ¡Pobres gorriones!


Para bajar se utiliza la escalinata del lado opuesto, donde se pueden ver budas para cada día de la semana, pequeños altares y templos.


Wat Ho Phra Bang

Situado junto al museo nacional, una muestra más del típico estilo de templo budista. Ya llevamos unos cuantos…


Cascadas de Kuang Si

Situadas a unos 35Km. de la ciudad. Hemos ido en un tuk-tuk a primera hora de la mañana y el camino ha sido muy agradable. Hemos pasado por varios pueblos, puentes y arrozales. Hay muchas palmeras y bambúes en todo el camino.

Al llegar hemos alucinado, es un paraíso dentro del bosque. En la entrada hay una pequeña reserva de ayuda a los osos, que en esta parte del mundo son negros y regorditos.



De pronto, tras caminar unos metros nos encontramos con la primera de las cascadas. El agua es verde esmeralda y el ambiente es muy refrescante, pues al estar casi tapadas por la vegetación el sol no molesta en absoluto.





Una tras otra las cascadas se van alternando formando una sucesión de piscinas naturales, donde el sedimento del río al acumularse suaviza los bordes creando formas muy originales.





Subiendo el camino, se llega a la cascada principal, un pequeño salto de agua de unos 30m. de altura.




Nos hemos pegado unos chapuzones y hemos disfrutado como críos. En este sitio las mariposas son del tamaño de pájaros y además, hemos tenido la gran suerte de poder visitar este lugar sin turistas, estábamos solos, parecía que estábamos en ‘Pandora’…




Procesión de los monjes

Cada mañana, antes del alba, por algunas calles del pueblo desfilan las túnicas naranja en lenta procesión.
Recogen con sus perolos limosna en forma de alimentos, casi siempre es arroz, los lugareños con esta ofrenda realizan méritos ante Buda.

Cada vez más turistas se añaden al espectáculo. Lo hemos presenciado y es muy triste, es como si fuera una penitencia, pronto se convertirá en un circo. Sin comentarios...



1 comentario:

  1. Me ha encantado!!! Además no me veas como se pone mi cuñaooo de comer!!
    Por cierto estais guapisimos!!!!
    menudo colorido el mercado nocturno! que bonito!
    como me gustaria estar en una de esas cascadas!
    La mariposa bellísisma!!
    Nada que me ha gustado todo un monton!!!

    ResponderEliminar