jueves, 20 de enero de 2011

Jaipur

El viaje en tren que nos ha traído a esta ciudad desde Ajmer no fue tan tranquilo como los anteriores desplazamientos. Esta vez al subir a nuestro vagón, que por cierto llegó con dos horas de retraso, hemos topado con una ‘encantadora’ familia hindú sentada en lo que eran nuestras literas. Ellos decían que en los trayectos diurnos y cortos nadie se tumba y que no se movían de allí.

Cuando llegó el revisor, Myriam habló con el revisor en una mezcla de inglés, italiano, castellano, catalán y castúo y le exigió recuperar nuestras reservas y mover a la familia hindú. Incluso le cogió el nombre para denunciarlo. Tras unos cuantos minutos de tensión, en los que toda la gente que había en el vagón se acercó a ver que pasaba con la ya conocida ‘curiosidad hindú’ nos movieron a nosotros dándonos dos plazas idénticas a las nuestras pero en otro compartimento más adelante. Está claro que aquí, los guiris somos nosotros.

Una cosa que hemos aprendido es que si hay que discutir conviene que la voz cantante la lleve una mujer, en este país no están acostumbrados a que una mujer discuta y así les coges en fuera de juego, es algo que nos ha dado buen resultado varias veces, sobre todo en las negociaciones. Aunque por suerte la sangre no llegó al río, vamos a dar parte del incidente a la oficina de turismo de India. Habíamos oído que estas cosas pasan, por lo menos ha sucedido en un trayecto corto y donde no necesitábamos dormir.

Ciudad vieja (Ciudad rosa)

Le llaman la ciudad rosa porque en 1876 el marajá de entonces decidió pintarla toda de color rosa, color de la hospitalidad, para darle la bienvenida al entonces príncipe de Gales, (futuro rey Eduardo VII) y la tradición perdura, actualmente el marajá es un gran colega de polo del Príncipe Carlos de Inglaterra.

Que decir de esta parte de la ciudad…

Coges Bagdad o Beirut después de algún bombardeo, le añades más polvo, suciedad, mierda a raudales, perros, vacas, cerdos (de cuatro y de dos patas), y 14 millones de habitantes y ya tienes Jaipur. No me explicaré más a fondo ya que este blog es público. A veces cuesta creer como algunas civilizaciones actuales pudieron tener pasados tan gloriosos.

Tras protegernos con pañuelos la nariz y la boca, nos ponemos en marcha a pasear y conocer lo que queda a salvo del glorioso pasado de la ciudad.

Hawa Mahal

Es el monumento emblemático de Jaipur. Es un extraño edificio de 5 plantas construido en el año 1799 por el entonces marajá de la ciudad, para que las damas de la casa real pudiesen contemplar la vida en la calle sin ser vistas a través de los pequeños postigos rotos. Es un ejemplo más del talento de las construcciones rajputas. Según asciendes el edificio se va estrechando, de hecho, los últimos tres pisos son de apenas dos metros de anchura la profundidad del edificio.




A continuación y después de atravesar hordas de peatones y sortear varios miles de motos y bicicletas, conseguimos llegar al museo ‘palacio de la ciudad’ sanos y salvos, al cual decidimos no entrar por el precio abusivo para extranjeros y sobre todo por que ya hemos visto algún ‘museo-palacio’ en otras ciudades de este país, y ninguno nos a seducido especialmente.

Jantar Mantar

Decidimos acercarnos a este otro museo cercano, mucho más interesante, donde teníamos especial interés en ir.

Se trata de un observatorio astronómico construido por el astrónomo rajputa Jai Sight en 1728.

Dentro, se ubica el mayor reloj solar que hasta ahora he podido ver, posee un gnomon de 27 metros de altura. Además también hay otros relojes solares más pequeños, algunos por cierto mal colocados (abiertos al norte en lugar de al sur) tras la restauración del complejo en 1901.

Me llamaron especialmente la atención algunas construcciones ideadas para medir y calcular orbitas solares y lunares y predecir así los eclipses, así como otras en las que mediante sencillas formas geométricas se estudiaban los ángulos según los que incide el sol en cada mes y se calculaban las estaciones, además así tenían mediciones exactas de latitud y longitud.





Nos llama la atención la cantidad de visitantes que hay en este observatorio, pues tampoco pensábamos que fuese de interés general.

Tras dos días que llevamos aquí ya tenemos unas ganas locas de irnos, pero no hemos encontrado tren hasta el sábado por la noche, eso quiere decir que nos quedan dos bonitos y divertidos días por delante en esta apestosa ciudad.

Nuestro segundo día de calvario en Jaipur lo dedicamos a tratar de buscar algún sitio tranquilo fuera de las murallas de la ciudad vieja, apenas lo conseguimos, llegamos a un parque donde pudimos descansar del bullicio y reposar un poco, pero también vemos infinidad de madrigueras de ratas, algunas como conejos de grandes. Junto al parque se alza un gran palacio, el Albert Hall, es un viejo palacio ahora reconvertido en museo de la ciudad.

Entre ratas, mierda y tubos de escape, vemos una gran manifestación callejera de estudiantes, los cuales a pesar de ser muchísimos, se desplazaban organizadamente y sin provocar mayores atascos.

Esta ciudad nos parece un autentico vertedero, no queremos imaginar esto en verano o en tiempo de lluvias.

Hoy nos hemos ido de visita a Amber y de regreso al infierno de Jaipur, nos marchamos lo antes posible a la estación, no sin antes tener que pelear de nuevo el precio del puto tuc-tuc.

Es difícil describir lo que nuestros ojos vieron al llegar a la estación. Lamentablemente no tuvimos lo que hay que tener para sacar la cámara y hacer fotos. Estábamos atónitos.

Miles de personas abarrotaban la estación. En las taquillas parecía que regalaban algo, no se veía un trozo del suelo. En la sala principal tan sólo quedaba un espacio de 15cm. en zig-zag y sorteando calzado, para poder cruzarla. Cientos de cuerpos estaban en aquella sala bajo mantas, descalzos y durmiendo. Una odisea pasar al andén. Decidimos pasar a la sala de espera de primera clase, ríete tú de la 1ª clase!. En ella el panorama mejoraba, pero no mucho. Todos, he dicho todos descalzos, sin calcetines y con los pies sobre sillas y mesas. Ángel no paraba de repetir ‘qué cerdada de país’. En las mesas podías ver un abanico de pinreles y a 20cm de la misma mesa, algunos comiendo con las manos, por supuesto. No tienen ninguna manía.

Llega la bendita hora de subir a nuestro tren y pirarnos de aquí. Desde el puente que daba acceso a la plataforma 5, vemos una escena irreal. Miles de hindúes amontonados para subir a un tren. No os lo vais a creer, pero es cierto. Había gente hasta en la propia vía. Flipamos!!!!

Una vez en marcha, el tren se detiene a los pocos minutos en una especie de apeadero. De repente, se abre la puerta de nuestro vagón y se cuelan hordas de polizones. Calculamos que unos 50 se instalaron en nuestro vagón. Se sentaban en el suelo e intentaban ocupar las literas. Todo esto fue en silencio, sin violencia, simplemente esperaban no ser descubiertos. Tuvieron suerte, el tren arrancó antes de que pasara el vigilante con su porra. Al cabo de 1h de viaje fueron desalojados tranquilamente en la siguiente parada.

Para nosotros no fue una situación cómoda, había mucha gente mayor y madres con bebés y nosotros en nuestras literas cómodamente. Algo surrealista.

3 comentarios:

  1. Alucino con el observatorio astronómico construido en 1728.

    No es nadie Myriam ni na, el cabreo es el idioma universal, directo y de fácil comprensión.

    Me alegra tener noticias.
    Besos.
    Chic@s soy Yo, la hermanita ;)

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  2. AINA, ALDO Y ESTHER26 de enero de 2011, 23:15

    TATA Y TETE ESTOY IMPRESIONADA ¿TANTA GENTE HABIA EN EL TREN?
    OS QUIERO MUCHO

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  3. Ya te dije que para estos viajes lo mejor es el equipamiento colonizador o de ocupación, equipado militarmente y con licencia para disparar. El tema de poner los pies en asientos y mesas ya es del todo conocido, solo hace falta que os deis una vuelta por Barcelona y observar el comportamiento de dicha inmigración "enriquecedora".

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